27 marzo 2007

Al final si tenía un corazón...


Le impresionaba su tez. Bajo la lámpara de su consultorio el Dr. Ramírez observaba que ningún blanco creado por algún pintor de la vieja vanguardia podía semejarse al color de esa piel. Ahí estaba ella tendida y calmada frente a sus ojos, fría como el hielo, como un dulce trozo de hielo; sus ojos blancos y vidriosos con la mirada perdida, como si pensara, como si no estuviera dormida y entre ese campo de azucenas que era la piel de su rostro estaban sus labios... esos labios carnosos de un color rojo pasión que asombraban, que lo hechizaban y lo hacían desearla como nunca, esos labios que tanto deseó poder rozarlos y que solo se reían de él cada vez que se topaban en su camino.

Él la conoció un día saliendo de su consultorio. Al verla pensó que se trataba de una de esas damas de la alta sociedad que venían a realizar su labor social con los enfermos y se acercó a ella para ofrecerle ser su guía. Ella, con una frialdad que le heló todo deseo de ayudarla, lo miró de arriba abajo como si su sola presencia la ofendiera. Con una sonrisa burlona en la cara le dejó bien en claro que jamás estaría cerca de un tipejo tan feo e insípido como él.

Pronto se dio cuenta lo que ella era. Con el tiempo ella se había convertido en una prostituta, la mejor de la ciudad decían muchos, igual le daba coger con un caballero que con un mendigo ebrio del muelle, su mirada engañosa a veces hacia creer a los incautos de que ella era una tímida mujer en problemas sin tan siquiera sospechar que ella era una bestia sagaz y sin sentimientos.

El paso de los años le daba igual, ella había logrado mantener su cutis con la lozanía de los veinte años y su cuerpo a fuerza de ejercicios no había sufrido los inclementes daños de la gravedad, por lo tanto su edad no le importaba en absoluto. Sólo se dedicaba a buscar víctimas de las cuales obtener beneficios económicos o puro placer, para ella daba lo mismo, dinero le sobraba y su instinto sexual a veces era muy fuerte, por eso le gustaba caminar por los callejones más oscuros de la ciudad, para buscar entre los pobres desprotegidos una manera de acompañar su soledad. Hacía veinte años que ella se dedicaba a lo mismo. ¿ Veinte?¿ Treinta..? Nadie sabía a ciencia cierta que edad tenía y aunque se supiera su edad jamás se acercaría a lo que aparentaba, pero con sus años también había perdido la humanidad, se marchó un día, algunos dijeron que el mismo día que alguien se fue robándole su inocencia y su corazón.

Él, la veía ahora, tendida... muerta. Se acercó a su boca, mordió sus labios y pudo sentir que aún brotaba sangre de ellos, una sangre tibia, fresca y deliciosa que hacía acelerar los latidos de su corazón. Su cuerpo había sido encontrado golpeado, maltratado, con rasgos de mugre y un olor fuerte a alcohol. Según el reporte policial algún cliente enfadado por el servicio o algún hombre desdeñado de sus favores había podido cometer el crimen, pero nadie en la ciudad le importó mucho saber quien había sido. “Crimen pasional en los muelles”... unas pocas líneas ocupó el diario local...” Prostituta encontrada apuñalada bajo un cerro de basura” y a continuación se leía el clima...

El Dr. Ramírez tocó su cara. Hielo... un glaciar de hielo. Cogió el bisturí para empezar el reporte forense... qué dolor había sentido al romper esa carne desnuda que tantas veces deseó poseer... su pulso temblaba al rozar la cercanía de sus bien formados pechos intentando mantener su vista en la delgada línea roja que iba brotando al recorrido del filoso instrumento. Estiró con cuidado la piel abierta para revisar los órganos internos y de repente una mueca de asombro y a la vez de satisfacción empezó a dibujarse en su cara...

Aquella mujer cuya vida había transcurrido entre bares de mala muerte y clubs de gran categoría, entre sábanas de seda y periódicos viejos y arrugados, entre champagne y alcoholes baratos, que unas veces olía al embriagante Channel N° 5 y otras a sudor de malvivientes, que vestía de lujo y joyas y otras veces desnuda se revolcaba en oscuro caminos, aquella figura insensible que una vez se burló de sus sentimientos al final de cuentas si tenía un corazón y ahora era suyo... lo tenía ahí entre sus manos.


La imagen corresponde a:

Anatomía del Corazón ("Y tenía corazón")
Óleo sobre lienzo; Museo de Bellas Artes.
Málaga. España.
Enrique Simonet (1863-1927

Podéis ahí observarla directamente y leer una reseña de la descripción del cuadro, que semeja en mucho a lo elaborado en la historia de éste post.

17 marzo 2007

San Patricio


La Leyenda de San Patricio

San Patricio nació en Gran Bretaña aproximadamente en el año 387. Se cree que su nombre verdadero fue Maewyn Succat, el nombre Patricio lo tomó después que se ordenó de sacerdote.

Cuando Maewyn Succat tenía 16 años, fue capturado por unos piratas y vendido como esclavo a un jefe irlandés. Mientras cuidaba ovejas en las montañas, rezaba constantemente.

Seis años más tarde, una voz celestial le dijo que regresara a su país, pero antes de obedecer, Maewyn Succat fue a Roma, donde se ordenó de sacerdote. Después, fue enviado a Inglaterra donde trabajó para la Iglesia, pero él quería regresar a Irlanda, y le pidió al Papa que lo enviara allí.

El Papa, posiblemente San Germán de Auxerre, lo consagró obispo y lo envió a Irlanda como misionero. Allí, uno de los reyes paganos de Irlanda lo arrestó, pero cuando vio los milagros que hacía Patricio, le dijo, "Cuéntanos sobre tu Dios, te ha dado gran poder". "Sólo hay un Dios", contestó Patricio, "y tres divinas personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo". Entonces, tomando en sus manos un trébol verde, dijo, "Del mismo modo que hay tres hojas en este tallo, hay tres personas en un sólo Dios". De ahí en adelante, se le permitió a Patricio predicar la nueva Fe en toda Irlanda.

San Patricio fue el primer santo enviado por la Divinidad y no elegido por el hombre. En su paso por la tierra, San Patricio, quien también es patrono de Irlanda, demostraba el concepto de la Divina Trinidad utilizando un trébol de tres hojas como ejemplo.

Cuenta una leyenda, que San Patricio sacó todas las serpientes de Irlanda y que éstas se fueron al mar, donde se ahogaron. La serpiente era un símbolo pagano y, tal vez, éste sea un cuento aludiendo a que San Patricio eliminó el paganismo de Irlanda

San Patricio falleció en la ciudad de Down el 17 de marzo de entre los años 461 al 464.

La fiesta de San Patricio

La fiesta de San Patricio el día 17 de marzo es una propuesta de hace ya muchos años de los irlandeses que fueron a vivir a los Estados Unidos. Según un censo que se realizó en 1990, hay más de 40 millones de americanos de linaje irlandés. Muchos inmigrantes de Irlanda se trasladaron a los Estados Unidos a mitad del siglo XIX y se instalaron en poblaciones como Nueva York, Philadelphia y Boston. A pesar de la discriminación y de las dificultades, los irlandeses conservaron su religión católica y con ello las costumbres. Para los irlandeses, la elección en 1960 de John Fitzgerald Kennedy como presidente de los Estados Unidos fue un motivo de alegría y de orgullo, ya que era de linaje irlandés y católico. Muchas ciudades americanas convocan fiestas y desfiles y las personas se visten de verde, como símbolo del paisaje de Irlanda.

México.-El Batallón de San Patricio

El Batallón de San Patricio fue un batallón de tropas de Estados Unidos que desertaron y se unieron a las Fuerzas armadas de México en la Guerra de Intervención Norteamericana (llamada Guerra México-Americana en USA) de 1846 - 1848. Aproximadamente un 40% eran inmigrantes irlandeses y el resto de otros países católicos. Tomaron el nombre del Santo Patrono de Irlanda

Origen.-

Los "San Patricios" tienen un origen oscuro, pues se sabe muy poco con certeza de su reclutamiento. Una historia popular (que es la base de la película de 1999 Héroes sin Patria (One Man's Hero), en la que Tom Berenger interpreta al comandante de la brigada John Riley) relata que el núcleo de la unidad se formó como consecuencia de los severos castigos sufridos por soldados católicos (especialmente irlandeses) debido a la desconfianza que los mandos militares tenían en contra de ellos, ya que, por motivos religiosos, los consideraban más cercanos a Roma que a Washington, y por lo tanto, más afines a la causa de los mexicanos que en el fondo compartían su misma religión. Es sabido que el ejército de México reclutaba activamente estadounidenses católicos y ofrecían importantes concesiones de tierras a quienes abandonaran el ejército de Estados Unidos en favor del de México.

Probablemente fue el propio Ejército de los Estados Unidos el principal culpable, pues practicaba una discriminación brutal y extensa contra los Católicos. Es sabido que los oficiales protestantes animaban la profanación de imágenes religiosas y el vandalismo contras las parroquias católicas en territorio mexicano. Las violaciones de mujeres católicas y el pillaje de las propiedades de los católicos era ampliamente perdonado (cuando no participaban) por los oficiales del Ejército invasor.

El primer combate de los San Patricios como unidad mexicana es la Batalla de Monterrey (21 de septiembre de 1846), como una batería de artillería al mando de John Riley, anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos e inmigrante irlandés. Sirvieron con distinción y está acreditado que rechazaron con éxito dos diferentes asaltos al corazón de la ciudad. Su tenacidad y valor, no obstante, no evitó la derrota del ejército mexicano.

Tras del reclutamiento en Monterrey, los San Patricios crecen en número, que algunos estiman en cerca de 800 hombres. Pese a su extraordinario rendimiento como artilleros en varias batallas, se ordenó a los San Patricios convertirse en un batallón de infantería a mediados de 1847 por orden personal de Antonio López de Santa Anna.

Fin del Batallón.- Ahorcamiento masivo de San Patricios

Los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron. Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron marcados, con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 12 de septiembre de 1847. Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.

Celebración en México.-

Los días 12 de septiembre de cada año a las 10 de la mañana, en la Ciudad de México en la plaza de San Jacinto en San Ángel, hay una ceremonia que dura aproximadamente una hora, a ella normalmente va el embajador de Irlanda, representantes del Ejército Mexicano, el delegado de la Álvaro Obregón, niños de escuelas, una banda de gaitas y público en general.En el lugar hay una placa en donde están los nombres del Batallón de San Patricio. Durante la ceremonia se leen los nombres de todos y cada uno de los integrantes del Batallón, muchos de ellos fueron ahorcados precisamente en ese lugar, esto por órdenes del General Winfield Scott, comandante del ejercito gringo invasor. Son interpretados los himnos de México e Irlanda.

Ver mas en :
http://es.wikipedia.org/wiki/Batallón_de_San_Patricio